Sin cambios

«La vida es circular», dice la gente, pero no es cierto. En realidad la vida es una espiral. Una espiral que se gira y gira hasta el punto final que es la tumba. Se nota que estoy muy animado hoy.

De la misma manera, la gente no cambia. La gente cree que cambia, cuando cambian  de empleo, de casa, de relaciones sentimentales, bandas favoritas, de aceite para el coche, o de marca de cigarrillos. Una vez conocí a un hombre en una fiesta en un barco que no estaba de acuerdo conmigo. Me habló sobre un amigo suyo que estaba casado con una mujer hasta que se enamoró de un hombre, se divorció y se casó con su nuevo amor. «¿No crees que eso es un cambio?», me preguntó. Por supuesto no lo es. Si su amigo antes era el receptor en la relación con su esposa, seguro que seguía siéndolo ahora con su marido y si antes prefería fregar los platos encima de aspirar, seguro, que seguía pensando lo mismo. Un tipo que solía ser un skinhead de derecha, y un día ve la luz y se convierte en un cristiano renacido trabajando día y noche para Greenpeace, sigue siendo el mismo fanático. Saulo, el perseguidor de cristianos, se convirtió en Pablo, el apóstol sabelotodo de la iglesia cristiana, pero aún así era un gilipollas pedante.

De la misma manera, la humanidad no tiene progreso. Cosas como coches, sistemas operativos, grabaciones de audio (de vinilo a CD a mp3) o álbumes de los Rolling Stones han ido empeorando constantemente durante los últimos 50 años. Nos estamos despertando del sueño de bienestar social de Europa occidental. Después de siglos tratando de deshacernos del cristianismo, no sólo sigue existiendo sino ahora va acompañado con el Islam, mientras la gente que no crea ni en el uno ni en el otro, han vuelto a la Edad Media y han comenzado a creer en la homeopatía, la astrología, las masajes cuánticas y terapias de los sueños fotónicas. Los nombres han cambiado, pero se sigue vendiendo la orina de caballo como medicamento. Lo único que ha logrado la ciencia, en el plano cultural, es que la gente piensa que la mecánica cuántica es algo relacionado a Zen, y Einstein era una especie de Neil fumando porros de relatividad en el espacio curvado.

Incluso mirando a base de generación tras generación, el barco social sólo acuna de izquierda hacia derecha sin llegar jamas a ninguna parte. En Europa Occidental, después de la terrible década reprimida de los años cincuenta (protestantes en los países del norte y dictadores en el sur), los molestamente optimistas años sesenta (Beatles, Kennedy y – cuando ya se acabó la ingenuidad optimista – Kennedy y Vietnam),  la secuela tristemente perdida de los años setenta (marrón y naranja a la vez?!), llegó la terrible década reprimida de los ochenta (la bomba atómica, Reagan, Thatcher, la música new-wave), los molestamente optimistas años noventa (new-age, el Internet, Extacy, y – cuando ya se acabó la ingenuidad optimista – la música techno) y la secuela tristemente perdida de la primera década del siglo XXI. Estoy seguro de que los primeros pasos de una nueva época molestamente optimista ya están en preparación (La alianza de civilizaciones llegó, quedó y se acabó un poco antes de su tiempo).

Nescio ya lo dijo en 1918 (!): El propósito de Dios es estar sin propósito. Pero nadie tiene la capacidad de darse cuenta de esto continuamente.