Dos cuentos de trenes

 

1. El tren que siempre llegó

Nunca deja de quejarse de lo que más echa de menos de su ciudad de origen. En la red de metro allí, había una linea que sólo tenía una sola parada. El tren se quedó continuamente en esta parada y la gente entraban, se sentían y luego salieron cuando el tren había llegado, que era siempre. Sus amigos y él usaron este tren frecuentamente. Ahora, no obstante, en la ciudad donde vive, la gente se harta bastante de oírle hablar sobre esto sin parar.

2. Trabajando en las estaciones de trenes.

Era un ladron maestro con una sola especialización: sentarse en una estación de trenes, con un aspecto respetable y de confianza, y esperar hasta que alguien le pidiera que vigilara su equipaje mientras fuera a los aseos, y entonces robar dicho equipaje. Como era un estilo de robar tan particular, en realidad sólo lo consiguió una vez en su vida entera. Bueno, quizás dos, pero la segunda vez era porque le dejaron, por lástima.

2 comentarios en “Dos cuentos de trenes

Deja un comentario